jueves, 9 de diciembre de 2010

La historia de Alberto, el falso justiciero

CAPÍTULO 1

Ameneció un bonito día de Diciembre, soleado y extrañamente caluroso, cuando la adorable, bella, amable e inteligentísima Majo acudió a la biblioteca. Los exámenes se acercaban y ella, responsable como la que más, se levantó temprano para empezar una larga y sin accidentes jornada de estudio. 

A media mañana, un poco cansada a causa de un denso pero interesante temario, la adorable, bella amable e inteligentísima Majo decidió salir a hacer un descanso con una gran amiga suya y su hermano, un conocido con más que poca importancia para ella y del cual sabía bien poco: Alberto

Mientras, adormiladas por el sol de diciembre, tomaban el sol en un banco de la universidad a adorable, bella amable e inteligentísima Majo y su preciosa amiga Victoria, Alberto afiló los dientes y empezó a ladrar como el ser despreciable que ahora Majo descubriría.

Mientras su hermana, sin gritar y haciendo gala de unas maneras intachables, le pedía por favor a Alberto que le devolviera su cartera, que se la había arrebatado entre gritos ensordecedores propios de la bestia que es. este sacaba todo el contenido de la misma para arrojarlo a un puñado de estiercol que había en una de las papeleras colindantes para después defecar y miccionar encima entre gritos. Cabe añadir ahora que el olor que despedía aquel mejunje no podía compararse con el hedor que despedía este. como digo, conocido mío: una mezcla de deyecciones con salsa de yogur y vinagre, aliñado con una ausencia de limpieza dental que provocaba una halitosis, insoportable para una señorita como lo era y es Majo.

No contento con todo aquello, y en vez de pedir disculpas, propinó una brutal paliza a Majo a base de pellizcos y tocamientos en zonas pudeznas, pellizcos y frases impropias que la bella, amable e inteligentísima Majo tuvo que soportar de aquel conocido suyo.

¿Por qué, dirán ustedes, después de comportarse de esta manera de manera constante, se hace llamar así mismo el justiciero?, ¿Soberbía? No, no es esa la respuesta....la respuesta la encontrarán si le piden ustedes que les cuenta lo que pasó una bonita noche de septiembre....

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La historia de Majo, la vacilona

CAPÍTULO 1
    Nuestra historia comienza un día cualquiera, por ejemplo hoy, a una hora cualquiera, las 12:53 de la mañana. Es en este instante cualquiera cuando un inocente justiciero que acababa de darle la solución mas justa al problema que tenia una conocida suya: Majo, la vacilona por excelencia.

    Es en ese instante cuando el pobre justiciero, que se sentía feliz por ayudar a una conocida, se vio traicionado por la maldad y la chulería de Majo, la vacilona.

    - ¿ Me estas vacilando? - Gritó Majo la vacilona, cuando se percató de la plenitud en la que se encontraba el justiciero.

    - No, Majo la vacilona, solo me siento bien porque te he hecho un favor sin pedir nada a cambio.

    - Puff, ¡se dice 'desinteresadamente'!

    - Lo siento, Majo la vacilona, creía que daba igual como se dijera.

    - ¡Pues no! ¡A ver cuando empiezas a hablar tan bien como yo!

    - Por favor, no grites que estamos en la biblioteca.

    - ¡No me importan los demás, sólo me importo yo! - Responde gritando aún mas Majo la vacilona.

    -Oye, ¿cuando vas a poder hacer esa tarta de fresa que me prometiste el día de mi cumpleaños, cuando mi familia murió en un accidente y mi perrito se quedo ciego, sordo y sin poder tener hijos contigo?

    - ¡Nunca! ¡No te voy a hacer ninguna tarta a pesar de que tu me hiciste la mejor cena que he tenido en mi vida! - Y Majo la vacilona hizo un gesto obsceno con el dedo y se fue corriendo, pasando de todo el mundo.

Es entonces cuando yo, el ultrajado justiciero decido empezar un libro para hacer justicia y que todo aquel que lea mi libro llegue a percibir la oscuridad del corazón de Majo, la vacilona.
Por todo esto, pido a los lectores de "La historia de Majo, la vacilona" que difundan mi palabra ( a poder ser, cobrando ).