miércoles, 4 de agosto de 2010

¡Adelante!

Estoy en el banquillo. Una voz me llama. El entrenador me llama. “Es tú momento”, me dice. Me levanto tembloroso y me coloco junto a la línea del campo. Me pongo el casco y doy el primer paso para entrar. La tierra tiembla, el estadio ruge, y mis ojos se nublan. Un compañero me toca la espalda y me entrega la visera del casco. “Tranquilo, recuerda que eres el hijo del viento”.

3 comentarios: