lunes, 13 de septiembre de 2010

Examíname, nene.

Ganas de dormir y no despertar nunca, ganas de simplemente dormir, con despertar incluido. Ganas de no tomar más café de máquina y de que no sea existencial el saber si hay o no hay leche. Ganas de no recibir toques en el móvil porque Alberto me está esperando abajo en el coche, enfadado porque vamos tarde a estudiar. Ganas de no mirar los apuntes. Ganas de sofá, manta, y tiempo. Ganas de fiesta, de alcohol, de no pensar. Ganas de incertidumbre. Ganas de tranquilidad. Ganas de que todo sea descanso, de que después no haya que entrar a estudiar. Ganas de que Alberto no se acerque a contarme que tiene que sacar un cero en una pregunta y ver que tiene un moco en la nariz. Ganas de beber agua de un vaso y no de una botella Neval del Mercadona rellenada. Ganas de no mancharme los brazos con la tinta del boli. Ganas de encontrar folios y que no me hagan falta. Ganas de que el despertador no suene y de ver series absurdas en la tele. Ganas de ver "Aquí no hay quién viva por la noche" porque no tienes otra cosa que hacer"
Ganas de dejar de tomar aspirinas para el dolor de cabeza y empezar a tomar pastillas.



Acabad ya, mamones.

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