jueves, 14 de octubre de 2010

Soledad

Era capaz de levantarse por la mañana y sonreír al mirarse al espejo, sonreír al darse cuenta de que podía sonreír solo, que no necesitaba a nada ni a nadie para poder hacer aquello. Se sentía feliz al comprobar la ausencia total de ayuda en la que se desarrollaba su vida: no necesitaba a nadie, podía hacerlo todo solo, era capaz de resolver cualquier ecuación, cualquier problema, cualquier cuestión. Ayuda era para él una palabra que no tenía porqué, que no debía aparecer en el diccionario. Sí, se había convertido en un completo y absoluto monstruo.

"Mejor loco que mal acompañado"

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